Cuentos. Relatos un poco de niebla. Pedantes como un tatuaje. Contacto: caloshvega@gmail.com

Carlos Vega Pérez

Aldea

Todo lo que se escribe es un símbolo sobre algo que ha pasado antes. Estoy convencido de que las mismas palabras que ahora son mías han estado antes en infinidad de libros. El arrepentimiento es la consecuencia natural al escribir.Estos relatos solo están presentes para rendir cuentas. Sentir que he hecho justicia a cada idea, reflejándolas hacia fuera pero también hacía dentro de estas páginas. De esta forma, por esta noche, el trabajo estará terminado y podré descansar.Por un tiempo creí que cada texto sería un adiós, que si no huía de ello acabaría consumido, pero cada vez que lo he intentado me he sentido terriblemente vacío. No puedo prometer más que permanecer siempre aquí, detrás de un índice y bajo un título.Siempre he creído que los mejores libros son los que se escriben para uno mismo, orgullosos y sin ayuda, pero esta vez no soy suficiente para terminar el trabajo.Estos relatos necesitan descansar a los pies de alguien.Contacto: caloshvega@gmail.com

Doméstico

Conquistaré con interés y dejaré todo escrito y saldado. Pronto me encubriré, marcharé y envejeceré 40 años en lo que duran dos, a la vista de nadie, en una tierra donde no sepa hablar. Luego no quedará nada que hacer, y el trabajo hará tiempo que estará hecho y habré sido afortunado de ello.Tengo pánico a olvidar experiencias; a no atesorar todo lo que me es preciado, no en su forma, sino en sus imágenes. Así que, si no puedo aislarlas por completo, guardaré por lo menos sus nombres aquí, entre otros tantos.La idea de este libro non está refinada, es un mármol enorme que no se puede levantar con las manos. Lo único que puedo hacer para resguardarlo es levantar cuatro muros a su alrededor. No creo que acabe de abarcarlo nunca, pero hoy, gracias a esto, puedo descansar sin su carga.Contacto: caloshvega@gmail.com

Los textos amados

Un pintor que se aleja lloroso de su mejor obra. Dos casas que no guardan más relación que una simetría exacta. Una bestia cuya posesión más valiosa pasa a ser una carta. La llorona, cuyo velo llega a cubrir todas las casas del pueblo. La herencia de un abuelo terrible, que se oculta bajo la primera capa de piel.Estoy enmudecido, pero ahora no tiene que haber nadie que me escuche.Escribo todo lo que registro de forma compulsiva. No es el modelo más efectivo, pero debo abrir paso a ello porque es el mío. ¿Acaso no querría un italiano de igual forma a su hijo, aunque no tuviese ápice de talento para usar los puños?Como el que suelta los cabos en la noche, sin nadie a su alrededor y se aleja del puerto, sabiendo como sabe que su barco está lleno de tigres.Carlos Vega Pérez nació en 1997, a 30 días de que acabara el verano. Comenzó a escribir hace años por celos de los libros de miedo que tanto leía. A los diecinueve años busco y halló fortuna en Inglaterra, siendo casi nombrado heredero de una fortuna de origen checo, en parte gracias a reconocer un cuadro de Mondrian. Le gustan las canciones de Johnny Cash y Elton John. También se jacta de conocer un secreto crítico sobre el príncipe de Gales. Con todo esto ya tiene 21 años y poco más sabe escribir. Probó que bebida y terminó seco. por ella habría dejado de escribir hace tiempo. Por suerte ahora se le puede encontrar en la capital, con oro, vago y brutal.

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